El horror que miles de judíos vivieron durante su reclusión en diversos campos de concentración nazi fue reflejada en pinturas que realizaban sus pequeños descendientes.

Estas pinturas fueron recolectadas por Brian Devlin, quien explicó que pese al trabajo de los adultos de ocultar a los niños el horror de su situación, los infantes no pudieron escapar de los maltratos.

Así, la muestra, compuesta por 40 pinturas de la vida diaria en el campo de concentración Theresienstadt, ubicado en Checoslovaquia, revela la traumática experiencia que vivieron miles de personas por su origen.

Theresienstadt era, tal y como lo describe el Museo del Holocausto de Estados Unidos, “un campo-gueto”, un sitio de tránsito para los judíos que “funcionaba como un asentamiento, un campo de reunión, un campo de concentración”.

Unos 140 mil judíos fueron recluidos en este recinto, 15 mil de ellos niños. Según el Museo, “aproximadamente el 90% de estos niños murieron en los campos de la muerte”.