Según la agencia Reuters, las dos últimas semanas del líder socialista de vida fueron extenuantes, aquejado por fuertes dolores que lo obligaban a permanecer sedado durante horas y que le impedían incorporarse de la cama.

Chávez tenía que respirar a través de una cánula traqueal debido a una infección pulmonar aguda que le atacó tras su última cirugía en el hospital Cimeq de La Habana.

Los altos funcionarios que los visitaron durante su hospitalización en La Habana y Caracas “utilizaban iPads y otros recursos para hacerle presentaciones de los proyectos”, tras lo cual Chávez tomaba decisiones, dijo una de las fuentes.

Cuando le pidieron nombrar un nuevo canciller para ocupar el cargo que dejó vacante su vicepresidente y heredero político, Nicolás Maduro, le mostraron los nombres de los candidatos y él señaló el de Elías Jaua y firmó el documento.

El mandatario había quedado extremadamente débil tras la operación de más de seis horas, que se complicó con una hemorragia interna. Los médicos descubrieron que las células cancerígenas habían llegado hasta los pulmones.

El equipo cubano que lo atendió en el postoperatorio tuvo que desarrollar un antibiótico personalizado con el que logró estabilizar la infección respiratoria y mejorar su condición. En medio de la aparente mejoría, Chávez pidió volver a su país.

Tres días antes de morir, Chávez sostuvo una última reunión con buena parte de su gabinete, donde durante varias horas pasó revista a los temas más importantes, le consultaron varias decisiones y pidió información sobre la marcha del país.

En las horas siguientes, su condición empeoró progresivamente hasta que el lunes cayó en un coma del que no pudo despertar. El martes 5 de marzo, rodeado de familiares y su círculo más íntimo de colaboradores, sus signos vitales se apagaron.