Por nueve horas, John All decidió registrar con su cámara cómo se arrastraba en la agonía con un brazo y varias costillas rotas, además de varios cortes y contusiones, a temperaturas extremadamente bajas.

All se encontraba recogiendo muestras de nieve a más de 7.100 metros de altitud en el monte Himlung, cerca del Everest, cuando se cayó en una profunda grieta que había quedado oculta por las nevadas.

Su cuerpo rebotó entre las paredes antes de aterrizar en un canto de hielo que se encontraba a unos 100 metros de la parte inferior de la grieta. Con la cara ensangrentada, el profesor universitario pasó las siguientes nueve horas arrastrándose centímetro a centímetro con la ayuda de su piolet, sabiendo que, en cualquier momento, un resbalón le llevaría a una muerte segura.

“Podría haber caído otros 100 metros, es increíble que no sucediera. Durante todo el tiempo en que trataba de salir al exterior, sabía que si resbalaba, moriría”, declaró al Daily Telegraph.

Fuente: ABC