Según Infobae.com, cuando Joseph Ratzinger fue elegido Papa tras la muerte de Juan Pablo II en el 2005, los apostadores acertaron con la selección del nombre.

En esta oportunidad, los apostadores que eligen Pedro están igualados, es decir, recuperan la apuesta. Pío aparece como segundo nombre y paga 9 por cada 2, mientras que el tercero es Juan Pablo, que paga 5 a 1.

Todos los papas pueden escoger libremente un nombre, usualmente el de un antecesor que admiran, el de un santo de su devoción o una versión latinizada de su propio nombre.

El número romano que acompaña el nombre indica el número de veces que éste ha sido utilizado. Desde San Pedro, nadie ha elegido ese nombre por respeto al apóstol de Jesús.

Si el candidato electo da el consentimiento, se le pregunta entonces: “Quo nomine vis vocari?” (“¿Con qué nombre deseas ser conocido?”).

El Papa indica el nombre que ha escogido con estas palabras: “Vocabor N.” (“Me llamaré N.”), por ejemplo: “Vocabor Pius XIII” (“Me llamare Pío XIII”), u otras similares.