Con motivo del Viernes de la Misericordia, el visitó a exprostitutas residentes en una casa de acogida católica en Roma, llamando por sorpresa a su puerta y dejándolas atónitas.

Francisco, que ha descrito repetidamente el tráfico humano detrás de parte de la prostitución como un “crimen contra la humanidad”, se sentó con el grupo, que incluía a cuatro mujeres de Albania, siete de Nigeria y seis de Rumania. En la casa también residen mujeres de Italia y Túnez.

Las huéspedes fueron acogidas por la asociación católica Comunidad Juan XXIII, tras ser rescatadas de redes de trata.

El Sumo Pontífice escuchó durante más de una hora las historias de las exesclavas sexuales, “todas las cuales sufrieron graves abusos físicos y viven bajo protección” y les precisó que rezará por ellas.

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