No se tiene que ser padre o madre para darse cuenta que una bebé que está aprendiendo a caminar no debería hacerlo al borde de una piscina. O no debería jugar en la escalera.
¡Tampoco debería conducir! Pero eso es lo que muestran las imágenes que sube el diseñador Stephen Crowley a su cuenta de Instagram, dejando en evidencia el peligro que corre su hija Hannah a diario.
“¿Una niña jugando con cuchillos? ¿Pero qué clase de padre es Stephen?”
“¿Cómo puede dejar a su hija jugar ahí?”
“Como no la coja bien se romperá la cabeza la pobre niña”
Estos son solo algunos de los irritados comentarios que han dejado los miles de indignados usuarios de Instagram que han visto las fotos que Stephen y que a él no le han importado en lo más mínimo. ¿Por qué? Pues porque hay una conmovedora historia detrás de ellas.
Resulta que con 4 meses, Hannah, fue diagnosticada con una enfermedad rara: linfohistiocitosis hemofagocítica. Los siguientes seis meses fueron un calvario para ella y su familia que veían como la pobre recibía su primera quimioterapia con apenas unos meses de vida. Finalmente pudo obtener un transplante de médula ósea que parece haber funcionado.
En ese duro período Stephen compartía imágenes de la criatura con su familia y se dio cuenta de que todos necesitaban un poco de humor en sus vidas. Es ahí dónde decidió photoshopear la imagen de Hannah en la barandilla y subirla a Instagram. Poco después la foto se hizo viral y vio como la gente en Internet le preguntaba cómo podían donar médula o sangre y eso le ha hecho tomar la decisión de seguir adelante con su pequeño proyecto.
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