“Esa fue una señal de advertencia para mí, porque el auto estaba en un punto muerto; él había estado un poco resfriado, y yo sabía que estaba congestionado, así que me preocupé mucho”, dijo Rauseo, hablando de su sobrino, Sebastián de la Cruz.

Ella tenía buenas razones para preocuparse cuando se detuvo sobre la carretera estatal 836, un tramo de seis carriles de concreto conocido como el Dolphin Expressway.

“Me hice a un lado a la izquierda, y salté hacia atrás para ver cómo estaba, y el bebé no reaccionaba. Estaba durmiendo, y lo toqué para estimularlo. No obtuve respuesta, así que lo saqué de su silla de auto; él estaba completamente flácido y poniéndose morado. Traté de llamar al 911, pero estaba tan nerviosa que mis manos no funcionaban”.

Rauseo pidió ayuda a gritos, y algunos conductores respondieron.

Lucila Godoy fue una de las primeras.

“Estaba conduciendo por el carril del centro; ella iba por la vía rápida, y de repente la veo, está gritando, cargando al bebé y moviéndolo de arriba hacia abajo”, dijo Godoy. “Solo paré el auto, salí de él, le pregunté qué estaba ocurriendo y comenzamos a trabajar en equipo”.

Godoy había tomado un curso de RCP, cuando ella se encontraba en Venezuela y estaba embarazada de su propio hijo, también llamado Sebastián. “Ni siquiera pensé en eso”, dijo. “Simplemente lo cargué como si fuera mi bebé. … Cuando la oí gritar ‘Sebastian’, eso fue duro”.

Pronto, un oficial de la policía de Sweetwater, Amauris Bastidas, se detuvo y ayudó a las mujeres a realizar las compresiones torácicas en el bebé cuya vida estaba en riesgo; él reanudó la respiración por su cuenta.

Pero la prueba no había terminado. Sebastian dejó de respirar de nuevo.

“Fue como si la pesadilla empezara otra vez”, dijo Rauseo. Bastidas reanudó las compresiones torácicas”, y el bebé finalmente reaccionó, y esta vez fue durante mucho más tiempo, hasta que llegaron los bomberos.

Sebastian fue trasladado al Hospital Jackson Memorial, donde se encontraba en estado crítico el viernes, dijo su tía.

Fuente: CNN