“Eu empregada doméstica” (Soy empleada doméstica) es una página de alimentada por las historias de miles de mujeres que trabajan en hogares brasileños y cuentan sus experiencias laborales. Muchas de ellas relatan en sus entradas los abusos que sufren a diario por ser “criadas y (algunas) negras”.

La página fue creada por Joyce Fernandes, una exempleada doméstica que ahora es profesora. Ella quiso darle voz a las más 6 millones de trabajadoras del sector que existen en Brasil.

“abusadas y discriminadas”

En la página de Joyce Fernandes se encuentran muchas historias. También la suya, donde cuenta que su antigua jefa le dijo “que había sido contratada para cocinar para una familia y no para ella”.

“Por favor, traiga su propia comida y un par de cubiertos y, si es posible, coma antes que nosotros en la mesa de la cocina. No es por nada, sólo para que mantengamos el orden en casa”, escribió ella recordando lo que le dijo su empleadora.

A mi abuela la matan de hambre. Una usuaria desconocida contó la historia de su abuela, quien trabaja desde las nueve de la mañana hasta al menos las siete de la tarde.

“Un día, mientras la dama almorzaba, mi abuela tuvo que comer arroz helado y cáscaras de tomate. No le ofrecieron un plato de comida”.

No somos iguales. Otra usuaria contó que una “patrona” le dijo sobre la ley que hace tres años equiparó los derechos del trabajo doméstico a otros empleos.

“Mi amor, no es por nada, pero no es justo que una empleada doméstica tenga los mismos derechos que las secretarias, es una cuestión de justicia porque al menos ellas se prepararon mejor”.

Otra historia de hambre. Un hombre recuerda sobre su madre y “su patrona que nunca le ofrecía nada de comer. Pasaba el día entero con hambre”.

no todo es malo

La mayoría de los relatos recogidos por son tristes, pero hay algunas pocas historias de esperanza y alegría, como la que ella misma protagonizó.

”‘Veo que te gusta leer. ¿Ya pensaste en seguir estudiando?’, me preguntó mi patrona Regina, la única que me incentivó a estudiar. Cuando la encontré tiempo después, le dije que ya era profesora y lloramos juntas”.