Los expertos estudiaron varias centenas de cráneos, los más antiguos de los cuales se remontan al siglo XVI, y concluyeron que con el tiempo las facciones de las mujeres se hicieron más pronunciadas. Esto no se debe a que las mujeres decidan imitar a los hombres, sino a las particularidades de alimentación y situación ecológica actual.

“Hemos mostrado que las diferencias entre los sexos pueden cambiar transcurridos varios siglos. Por eso, no se puede efectuar reconstrucción antropológica de los humanos del siglo XVI con el rasero del siglo XX”, dijo la autora del estudio, doctora Ann Ross, de la universidad estadounidense de Carolina del Norte.

Anteriormente, los científicos desmintieron la teoría sobre supuestas diferencias en el pensamiento de hombres y mujeres.

Según la doctora Gina Rippon, de la universidad Aston de Birmingham, el intelecto femenino es absolutamente igual que el masculino, y otros puntos de vista al respecto son erróneos y obsoletos. Incluso acusó a algunos investigadores de promulgar los antiguos prejuicios.

“Los neurobiólogos estamos preocupados por la interpretación errónea de los resultados de estudios sobre vínculos entre la estructura cerebral y el comportamiento humano”, dijo al añadir que algunos especialistas pretenden promover los estereotipos anticuados para demostrar supuestas diferencias estructurales en la sustancia gris de hombres y mujeres que “expliquen” sus diferentes papeles y estatus social.

“Tales hipótesis carecen de sentido. Aunque haya diferencias entre hombres y mujeres, tienen mucho más en común”, recalcó Rippon.