La peste de la Guerra del Peloponeso: también conocida como “la peste de Atenas”, fue la primera gran epidemia de la que se tenga registro, aproximadamente en el 430 a.C. Aunque no está claro el número total de víctimas, los especialistas calculan que como consecuencia de ella murió un tercio de la población la Grecia Antigua. Mientras Atenas y Esparta enfrentaban a sus ejércitos por el control del Mediterráneo, es probable que el virus haya llegado en los barcos del puerto de El Pireo, después de haberse originado en Etiopía.

De acuerdo con distintas investigaciones más recientes, la peste de Atenas fue, en realidad, una epidemia de fiebre tifoidea, una enfermedad infecciosa provocada por una bacteria denominada Salmonella tiphy.

La plaga antonina: O peste de Galeno, por el médico romano que describió la enfermedad, golpeó Roma entre los años 165 y 180, y no son pocos los especialistas que la describen como un primer tipo de viruela.

En ese primer brote, esta enfermedad se llevó la vida del emperador Marco Aurelio, además de unas 5.000 personas en toda Roma. Sin embargo, en toda la historia de la viruela, se calcula que el número de víctimas suma unos 5 millones de personas.

La peste bubónica: esta mortífera enfermedad se contagia a través de las pulgas de las ratas infectadas por el bacilo de Yersin. Aunque la enfermedad tiene víctimas hasta en nuestros días, lo cierto es que a lo largo de sus 1.500 años de historia, ha habido varios brotes, con mayores o menores consecuencias, y se calcula que ya ha matado a 200 millones de personas en total.

La primera expansión de esta peste, entre los años 541 y 542, pasó a la historia como la plaga de Justinano. Después de diezmar a los habitantes de la ciudad de Constantinopla, con un registro de 10.000 muertes por semana, la peste continuó su avance por otras ciudades del Imperio Bizantino.

Peste negra: aunque es otro tipo de peste bubónica, la peste negra será recordada particularmente por ser la más mortal de la historia de la humanidad. Originada en el Siglo XIV, se la recuerda por sus devastadoras consecuencias sobre Europa: mató a unos 25 millones de personas, alrededor de la mitad de la población de ese momento.

Se supone que llegó al continente europeo a través del comercio proveniente de la India y se extendió rápidamente sin mirar divisiones económicas ni sociales, con muchas víctimas entre la nobleza. En plena Edad Media, fue considerada por la población “un castigo de Dios”.

La gripe española: se trata de una variante del virus influenza de tipo A, que impactó a finales de la Primera Guerra Mundial y mató entre 50 y 100 millones de personas (más que las víctimas de la peste negra aunque fue menos devastadora con relación a la población de entonces). La gripe no fue exclusiva de España (hubo víctimas en los cinco continentes), pero se le dio ese nombre porque, al no participar de la contienda bélica, en ese país circuló mayor cantidad de información sobre el tema.

Distintas investigaciones han determinado que el virus de esta pandemia surgió poco antes de 1918 a partir de la adquisición de material genético de un virus de la gripe aviar por el virus H1 humano circulante, que probablemente había entrado en contacto con la población humana algunos años antes.

Fuente: Infobae