Los expertos critican a la operadora de la planta averiada y los entes estatales encargadas de supervisión por la falta de previsión de daños que pueden causar un tsunami y un terremoto, así como otras averías en el sector, que ponen en riesgo la salud de los ciudadanos.

“Es evidente que la causa del accidente radicó en fallos cometidos por el hombre y no en el desastre natural como tal”, dice el documento, reseñado por la agencia Ria Novosti.

El informe censuró el trabajo del entonces primer ministro del país, Naoto Kan, quien, al no confiar en la operadora de la planta, puso demasiado empeño en la revisión de las labores para la liquidación de las consecuencias del accidente, actitud que provocó “un caos en el sistema de mando y la comunicación con el personal” dentro de la central.

Un fuerte sismo y tsunami que azotaron la costa nordeste de Japón el 11 de marzo de 2011 dejaron fuera de servicio los sistemas de refrigeración de la central Fukushima-1, lo que provocó explosiones en varios reactores y fugas radiactivas.

Las autoridades evacuaron a la población en un radio de 20 kilómetros en torno a la planta. Poco después se reportó la contaminación radiactiva del aire, el agua marina y potable y los alimentos, particularmente con isótopos de yodo y cesio.