Estados Unidos va a decidir si decreta una moratoria sobre la pena de muerte, que es lo que desearían los abolicionistas, o vuelve a los viejos métodos, algo que temen los defensores de los derechos humanos.

Lo único claro es que la situación se ha complicado desembocando en una fuerte polémica. Este martes el estado de Oklahoma ha aplazado la ejecución de dos condenados, Charles Warner y Clayton Lockett.

El motivo, el secreto que rodea a los proveedores y a los productos utilizados para matar sería inconstitucional. Ante la escasez de anestésicos certificados, los estados aplican la pena de muerte con productos de oscura procedencia.

El pasado 28 de marzo, la ejecución en Texas de Anthony Doyle con una de estas sustancias no hacía más que apuntalar la controversia. Mucho más polémica fue la ejecución el 17 de enero de Dennis McGuire, condenado en 1989.

El reo murió tras una inyección con un cóctel de medicamentos que nunca había sido probada. Agonizó durante 27 minutos, un sufrimiento inconstitucional. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Enero de 2011.

El único laboratorio estadounidense que fabrica el anestésico utilizado en las ejecuciones para su producción. Los estados comienzan a emplear otro producto, el pentobarbital, usado para la eutanasia animal.

La Administración de Alimentos y Medicamentos aprueba su importación de un laboratorio danés que finalmente cede a la presión y rechaza continuar con la venta.

Fuente: Yahoo.es