Arrojar basura al océano es algo malo, sin embargo, por primera vez, lanzar artículos en desuso al mar se está convirtiendo en algo beneficioso.

Más de 2.500 vagones del metro de Nueva York, en Estados Unidos, han sido utilizados a fin de crear un arrecife submarino para crustáceos y peces en el Atlántico.

En un período de tres años, el fotógrafo Stephen Mallon de Front Room Gallery captó imágenes de cuando colocaron los vagones, y sus fotos ahora pueden apreciarse en una exhibición individual en Nueva York.

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“Yo había leído que estaban arrojando vagones del metro al Atlántico, pero pensé que el proyecto había terminado”, dijo Mallon. “Luego en 2007, estaba buscando un lugar para otra sesión de fotos y vi cómo cargaban las barcazas”.

Una vez los vagones del metro habían sido retirados del servicio, los limpiaban y reciclaban o vendían todas las partes que podían ser quitadas (asientos, cinturones y llantas). Luego colocaban los vagones en una barcaza, la cual los transportaba a un punto donde eran arrojados al mar.

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Un elevador hidráulico los recogía y los dejaba caer uno a uno en el océano más o menos una vez al mes, con el propósito de formar una larga fila de casas para la vida marítima a lo largo de la costa desde Delaware hasta Carolina del Sur.

“Nunca había visto algo como esto”, dijo Mallon. “Y he estado en Nueva York durante más de 20 años… experimentas una sensación de vértigo mientras caen. Quieres aferrarte a algo mientras los ves caer”.

Mallon, de 42 años de edad, tiene un proyecto continuo titulado American Reclamation, el cual explora la industria del reciclaje en Estados Unidos.

Él tomó sus fotografías desde una pequeña embarcación frente a la barcaza, en ubicaciones como Delaware, Virginia y Carolina del Sur.