Esta es la imagen de una historia que se repite a diario. El oficial de fronteras Raul L. Ortiz está encargado de patrullar la zona fronteriza del Valle del Río Grande, en la orilla norte del Río Bravo, al sur de Texas, territorio que separa México y Estados Unidos.

Es la zona predilecta de los contrabandistas e inmigrantes para colarse en territorio estadounidense. En una de sus patrullas rutinarias, los agentes se toparon con un grupo de inmigrantes refugiados a la sombra de unas palmeras para protegerse del sofocante calor.

Cuando los agentes se acercaron para interrogarlos, descubrieron en medio del grupo a un niño hondureño de 8 años, tal como indica el artículo del ‘New York Times’.

El pequeño se identificó como Alejandro ante el oficial Ortiz, quien le preguntó con quién había llegado. “Yo solo”, contestó Alejandro, a la vez que sacaba su partida de nacimiento del bolsillo de los pantalones, el único objeto que llevaba consigo.

“¿Y tus padres?”, insistió el oficial Ortiz, a lo que aquel le respondió: “Están en San Antonio”. Sin embargo, Alejandro desconocía completamente la dirección de su familia en la ciudad texana y reconoció que le había llevado una banda de contrabandistas.

Ortiz le ofreció agua fresca, que el niño aceptó muy agradecido sin saber que su ya largo viaje iba a complicarse aún más a partir de ese momento.

Desde que se publicó el artículo, la fotografía ha circulado a través de Internet compartida por miles de internautas debido a su dramático contenido más que ilustrativo acerca de la situación que se vive en la frontera meridional de Estados Unidos.

Por ella han llegado a cruzar miles de menores de América Central y del Sur. Este tipo de sucesos se repite a diario a lo largo de toda la frontera sur estadounidense, especialmente en el Valle del Río Grande, considerado por los contrabandistas y narcotraficantes puntos ideales para el tráfico de drogas, armas y personas.

Fuente: Actualidad RT