Joyce Hardin Garrard se enojó con su nieta, Savannah Hardin, porque había mentido. Quiso castigarla. Entonces la obligó a correr. La chica, de 9 años, se cansó, pero tenía que seguir. Se agotó, pero su abuela la hizo continuar. Terminó internada y murió días después, aquel febrero de 2012.

Tres años después, en marzo pasado, un jurado declaró culpable a Garrard, de 50 años, de homicidio y recomendó cadena perpetua o pena de muerte. Ayer, el juez del condado de Etowah en Alabama Etowah Billy Ogletree la condenó finalmente a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por la muerte de la niña.

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Ese 17 de febrero de 2012, la conductora del micro escolar que siempre llevaba a Savannah, Raenna Holmes, le contó a su abuela que la niña había agarrado un caramelo que vendía una compañera sin pagarle.

La niña primero dijo que ella no lo había hecho, pero luego admitió su responsabilidad. Garrard entró en cólera y le dijo a Holmes: “Ella va a correr hasta que yo le diga que pare”.

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