En 1955 se abolió por considerarse algo inhumano y que no cumplía con el espíritu de la época actual. Sin embargo, en 1995 comenzó de nuevo a aplicarse al contingente masculino en algunas prisiones del sur de Estados Unidos.

En la ciudad de Estrella, cerca de Phoenix, Arizona, decidieron aplicarlo también a las mujeres presas en la cárcel de la localidad, alegando que en Estados Unidos todas las personas tienen los mismos derechos y obligaciones y por lo tanto nadie debía tener ningún privilegio.

Este régimen penitenciario, llamado “Last chance” se aplica sólo a reclusas condenadas por leves, tales como conducir bajo los efectos del alcohol, falsos testimonios o pequeños hurtos, y como máximo durante una año.

Aunque parezca sorprendente, el someterse a este régimen penitenciario es voluntario, a pesar de su dureza. Este sistema implica el uso de traje a rayas, los presos ocupan celdas en grupos de hasta cuatro personas y reciben dos comidas al día, además de ir encadenadas por los pies cuando realizan trabajos en el exterior.