“Nunca pondrás tus manos en mi dinero”, le gritó enfurecido el hombre a la mujer.

Poco después de la una de la madrugada del domingo, los invitados, horrorizados por los gritos, comenzaron a abandonar la mansión ubicada en Terre Haute, Indiana. Para entonces, ya no había nada que celebrar.

A la 01:20, cuando todos se habían ido, Kelly Ecker, una enfermera de 50 años, llamó desesperada al 911 para denunciar que su marido la estaba golpeando. Fue la primera de tres breves comunicaciones que registraron el desenlace de la fatídica noche.

Las primeras dos fueron interrumpidas por los golpes de George ‘Scott’ Samson, un anestesiólogo de 54 años. La tercera, por sus disparos.

“¿Qué está ocurriendo allí?”, le preguntó la operadora de la policía durante el primer llamado. “Me está dando una paliza”, le respondió Kelly.

“¿Quién?”, inquirió la funcionaria. “Mi marido, Scott Samson. Tiene armas adentro”, dijo la mujer y el teléfono se cortó.

La segunda llamada duró un instante, ya que Kelly debió colgar inmediatamente. Pero en la tercera logró mantener el celular abierto.

“¡Ayuda!”, gritó. La operadora preguntó entonces la dirección donde ocurría la emergencia. “4205 North Creal”, atinó a decir la mujer.

Pero de pronto vio algo que la aterrorizó. “¡Oh, mi dios!”, exclamó y una sucesión de disparos la interrumpieron.

Samson asesinó a su esposa y luego se suicidó de un tiro en la cabeza con un revólver calibre 40. La policía halló un arsenal en la mansión: Rifles de asalto, pistolas de todo tipo y miles de municiones.

Los invitados de la fiesta contaron que la discusión era en torno a cómo administrarían los bienes y el dinero. Aparentemente, él quería que cada uno conservara lo suyo, pero ella se resistía y lo sentía como una ofensa.

Fuente: Infobae