“He venido desde Connecticut para probar estos ‘cupcakes’. Me han dicho que son muy buenos y es básicamente el motivo por el que estoy en Nueva York”, dijo Kelly Cattano, una joven de 14 años que no dudó en viajar una hora en tren para probar un “red velvet” (de chocolate y vainilla recubierto de un colorante rojo hecho con remolacha).

Otros como Malene se enteraron a través de las redes sociales de esta golosa iniciativa y antes de ir al trabajo decidió pasar por el “cajero automático” para comprar un par de “cupcakes” a sus compañeros, a 4,25 dólares (3,08 euros) cada antojito.

“Creo que es una gran idea porque incluso cuando la pastelería está cerrada puedes seguir viniendo a comprarlos. Solamente hubiese preferido que estuviese en una zona de mayor tránsito, como Times Square”, contó a Efe esta fanática del “cuban coffee” (de café cubano, como su nombre indica).

La iniciativa de los “cajeros automáticos” surgió hace un par de años en California, cuando la popular chef Candice Nelson, fundadora de “Sprinkles Cupcakes”, salió con unos amigos y en mitad de la noche fue incapaz de aplacar su antojo por un pastelito.

El primer local se estrenó hace nueve años en el corazón de Beverly Hills, a unos pasos de Rodeo Drive, y desde entonces han abierto quince pastelerías repartidas en ocho estados, desde California a Nueva York, pasando por Illinois, Georgia o Texas.

Fuente:EFE