Es un trabajo peligroso. No pueden temerle a la muerte. Es el trabajo más sucio de la epidemia del ébola en el África, el trabajo que nadie quiere hacer: encontrar y enterrar a los muertos.

El equipo encargado de enterrar a las víctimas del virus del Ébola en Liberia está integrado, en su mayoría, por jóvenes que rondan los 20 años.

Pero desde que comenzó el brote en Monrovia, a fines de mayo, el equipo ha estado en el frente de la lucha contra el virus de ébola que ha matado a más de 3.000 personas en el África Occidental.

“Cuando alguien muere por este virus, ese cadáver es más peligroso”, cuenta al New York Times uno de los enterradores. Tocarlo sin cuidado una sola vez puede poner en peligro a todo un pueblo.

Los enterradores en Liberia han sido estigmatizados por estos días. Son rechazados por sus propias familias por temor a que contraigan el temido virus. Muchos de ellos no encuentran lugares donde vivir debido al repudio de la gente.

En Liberia, los trabajadores de Sanidad amenazan iniciar una huelga si antes de que acabe esta semana no reciben el dinero y los equipos de protección que reclaman.