“Nunca pensé que pudiera llegar a alcanzar esta magnitud”, opinó sobre la actual epidemia de ébola Peter Piot, uno de los miembros del equipo belga que descubrió la enfermedad en 1976 en una entrevista concedida a ‘The Guardian’.

“Siempre pensé que el ébola, en comparación con el sida o la malaria, no representaba un gran problema”, comentó Piot, un trabajador del laboratorio de Amberes al que en septiembre de 1976 un piloto de Sabena Airlines llevó muestras de sangre de una enfermera belga que acababa de caer víctima de un misterioso virus en Yambuku, una remota aldea del norte del entonces Zaire.

Piot partió para Yambuku como voluntario y empezó a tratar a pacientes con ébola. A pesar de que ni siquiera sabía que el virus se transmite a través de los fluidos corporales, logró no contagiarse.

Según el médico, la situación de entonces y la actual comparten una semejanza clave: que los médicos no pueden hacer gran cosa. Pero si antes el problema no era tan grave, en 2014 el panorama ha empeorado drásticamente.

“Desde el principio esta epidemia se caracterizó por múltiples factores muy desventajosos. Algunos de los países involucrados estaban saliendo de devastadoras guerras civiles, muchos de sus doctores habían huido del país y sus sistemas sanitarios estaban en ruinas. En 2010 en toda Liberia había 51 médicos y desde entonces muchos de ellos han muerto a causa del ébola”, opina el científico belga.

Desde su punto de vista, contribuyó también el hecho de que el brote empezó en la zona fronteriza entre Guinea, Sierra Leona y Liberia, densamente poblada y con una gran movilidad de población. Como resultado, ha sido casi imposible identificar y localizar a las personas que tuvieron contacto con los infectados.

Otro factor es que los muertos deben enterrarse en sus ciudades y aldeas natales, lo que comporta que cadáveres con ébola altamente contagiosos cruzaban las fronteras en camionetas y taxis convencionales.

Fuente: The Guardian