Cada cuatro años celebramos un año bisiesto. Pero, ¿por qué existen? Este día adicional se hizo necesario porque la duración del año astronómico (es decir, una vuelta completa de la tierra en su órbita) no es de 365 días exactos como el año calendario, sino de 365 días, 5 horas y 56 minutos.

Un año es el período de tiempo que tarda la tierra en dar una vuelta alrededor del sol y aproximadamente consiste en 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, o sea 365 días y un cuarto menos 11 minutos y 14 segundos.

Normalmente se redondea diciendo que dura 365 días y un cuarto. Esa cuarta parte de un día se va acumulando, de forma que cada cuatro años se añade un día más al año, el 29 de Febrero, llamándose año bisiesto.

Los ‘bisiestos’, es decir, las personas nacidas en 29 de febrero, suelen celebrar su cumpleaños o bien en 28 de febrero o bien el 1 de marzo. Nacer en esa fecha es un pequeño privilegio en determinados países y símbolo de mala suerte en otros. Por ejemplo, en Irlanda, los bebés nacidos el 29 de febrero reciben un premio de cien euros.

La leyenda irlandesa se remonta al siglo V, cuando santa Brígida le comentó con preocupación a san Patricio (el patrón de los irlandeses) que muchas mujeres tenían que esperar largo tiempo para casarse porque había hombres demasiado tímidos o irresolutos como para formularles la propuesta. Desde entonces, en Irlanda es el único día (de cada cuatro años) que las mujeres pueden pedirle matrimonio a los hombres.

“Año bisiesto, año siniestro”

En otros países, como en Escocia o Grecia, se considera un día de mala suerte y, por ejemplo, casarse en día bisiesto, e incluso a lo largo del año bisiesto, está tan mal visto como hacerlo en viernes o martes 13.

Se atribuyen a los años bisiestos mayor número de desastres naturales, crisis económicas, irregularidades climáticas, accidentes, guerras y otros hechos lamentables. Antiguamente se los asoció con el hambre y la peste, con años en que morían cabras y ovejas.

Fuente: Que.es