Cuba amaneció con la noticia de una esperada actualización migratoria que el presidente Raúl Castro ya había adelantado en agosto de 2011 y con la que profundiza en el plan de reformas y eliminación de prohibiciones que ha llevado a cabo durante su mandato.

Hasta ahora, los movimientos al extranjero de los cubanos estaban regulados por un conjunto de sucesivas normas draconianas y costosos y restrictivos trámites tanto para salir del país como para permanecer en el extranjero y regresar a la isla.

En esta reforma las medidas más destacadas son el fin de los permisos de salida, la conocida como tarjeta blanca que las autoridades debían conceder para poder viajar al extranjero, así como la eliminación de la preceptiva carta de invitación.

De este modo, los cubanos residentes en la isla podrán viajar sólo con su pasaporte corriente actualizado (cuyo precio se eleva de 55 a 100 CUC, moneda fuerte casi equivalente al dólar) y el visado que exija el país de destino.

Sin embargo, las autoridades cubanas podrán denegar la concesión de un pasaporte por razones de “interés público”, o de “defensa y seguridad nacional”, entre los requisitos que se mencionan para la obtención del documento.

Otra de las novedades es la ampliación del tiempo que un cubano puede permanecer en el extranjero, que pasa de 11 a 24 meses sin prórrogas. A fin de evitar el “robo de cerebros”, la norma mantiene limitaciones para los viajes al exterior de directivos, profesionales de la salud o la educación y atletas “vitales” para el país.

Fuente: EFE