La muerte de Kim Jong-il puso en alerta a Corea del Sur, que extremó la vigilancia militar en la frontera y declaró el estado de emergencia del Gobierno en medio de la incertidumbre sobre las perspectivas del diálogo nuclear.

El fallecimiento del dictador disparó automáticamente las alarmas de la Administración y las Fuerzas de Seguridad del país vecino, que se encuentra técnicamente en guerra con el Norte después de que el conflicto que las enfrentó (1950-1953) concluyera con un armisticio en lugar de un Tratado De Paz.

Por su parte, los altos mandos militares de Seúl y Washington optaron por mantener en el nivel tres el llamado “Watchcon”, la escala de vigilancia de actividades norcoreanas, en lugar de elevarla al nivel dos, para no crear una sensación de crisis innecesaria.

La última vez que Seúl elevó el “Watchcon” al nivel dos fue inmediatamente después del ataque con artillería sobre la isla de Yeongpyeong por parte de Corea del Norte, en noviembre de 2010, que costó la vida a dos civiles y dos militares.

Fuente: EFE