Ji Seong-ho (32), quien antes de escapar perdió una parte de su pierna y mano izquierdas, asegura que en Corea del Norte las personas con problemas físicos son consideradas “una humillación para el Gobierno y una mancha en la imagen del país”.

En ese sentido, denunció que poco a poco ha comenzado una “limpieza” para hacerlos desaparecer, informó el diario británico The Telegraph.

El norcoreano, que actualmente escribe un libro sobre la difícil situación de personas con su condición, afirma que los recién nacidos con algún problema físico son llevados a los hospitales, de los que nunca vuelven a salir. Lo mismo ocurre con personas con enanismo, enviadas a una remota aldea en las montañas de la provincia de Ryanggang, donde son castrados para impedir que se reproduzcan.

En su relato, el desertor cuenta de la existencia de un hospital donde se realizan pruebas médicas, como la disección de partes del cuerpo, pruebas de armas químicas y biológicas.

No es la primera vez que se rumorea sobre estas prácticas. En la década de los 90, un un exoficial de las fuerzas especiales de Corea del Norte también se rebeló contra el sistema al ver los ensayos con ántrax en niños y personas con problemas físicos o mentales, y afirmó que desde 1984 el régimen ofrece dinero a los padres para comprar a sus hijos de forma legal, asegurando que los cuidarán. Y si no se convencen con el trato, los amenazan.

A los 14 años, Ji Seong-ho perdió parte de sus extremidades al ser atropellado por un tren mientras hurgaba por comida en unas minas de carbón abandonadas. Minutos después del accidente, lo subieron a una carretilla y lo llevaron a un hospital cercano, donde la cirugía fue sin anestesia: “Tuvieron que sujetarme mientras me operaban. Podía escuchar la sierra pasando por mis huesos”, contó. Como único calmante le ofrecieron unos cigarros.

Su herida se infectó y tuvieron que intervenirlo nuevamente sin ningún tipo de anestesia. Dos semanas después, fue enviado a su casa porque simplemente no podían cuidar de él. Fue entonces cuando decidió pedir permiso para ir a China y, a su regreso, fue arrestado e interrogado por más de dos semanas.

Las autoridades sólo se preocupaban por la dignidad de Corea del Norte, ya que había cruzado la frontera para ir a mendigar: “Humillaste a Kim Jong-il” y “la gente como tú debe morir” fueron las frases de sus interrogadores.

En 2006, Ji Seong-ho desertó y ayudó a sus hermanos menores y a su madre a llegar a Seúl. Su padre, en tanto, fue capturado, encarcelado y murió durante la tortura.

Fuente: Infobae.com