El dictador norcoreano, Kim Jong-un, es uno más de aquellos líderes de la Historia que han condenado Occidente, pero se han educado y formado en sus colegios de elite.

En el caso del hijo y sucesor de Kim Jong-il, fue en pleno corazón del Viejo Continente, en Suiza, y durante su adolescencia.

El ahora denominado Comandante Brillante ocupó los pupitres del Colegio Liebefeld Steinholzli y el Internacional de Berna, según la prensa helvética.

Los recuerdos de sus antiguos colegas le muestran como un adolescente que echaba de menos su ‘terruño’ y que adoraba escuchar una y otra vez el himno de su país natal.

Pero también como un joven procedente de la pobre y anclada Corea del Norte que se adaptó pronto a las costumbres y gustos de los occidentales: pasaba largas horas agarrado a la consola, adoraba el baloncesto y vestía con vaqueros, camiseta de los Chicago Bulls y zapatillas Nike.

De hecho, según varios analistas, se empezó a ‘occidentalizar’ tanto, que su padre le mandó de regreso a Pyongyang, en el año 2000, por su cariño hacia lo ‘made in USA’.

Una vez en el poder, apenas cumplidos los 30 años, Kim Jong-un no ha podido ocultar que el pasado deja huella.

Aumentó las actividades de entretenimiento en Pyongyang, ha invitado a personalidades extranjeras al territorio norcoreano, como del exjugador de baloncesto Dennis Rodman y ha levantado la prohibición sobre ciertos símbolos estadounidenses, como Mickey Mouse, Winnie the Pooth o Dumbo.

Aunque el drama parece estar ahora concentrado en la tensión que ha hecho elevar con Estados Unidos y Corea del Sur con sus declaraciones belicistas de los últimos días. Una retórica hostil que la mayoría de los analistas no toman muy en serio.

En todo caso, sólo queda esperar para comprobar si Kim Jong-un es capaz, o no, de golpear la cuna de Mickey Mouse y su idolatrada NBA.

Fuente: Mundo.es y Teinteresa.es