Bronksey sabe ejecutar 52 órdenes diferentes. Los movimientos que más hace para consolar y tranquilizar a las víctimas son poner su cabeza en el regazo de la persona y sentarse a su lado. El fiscal del distrito, Daniel M. Donovan Jr., lo utiliza sobre todo cuando las víctimas son niños y han sido objeto de abusos sexuales.

En muchas ocasiones el can, que pesa 74 libras (unos 33 kilos), es más grande que las víctimas que acuden a la Fiscalía, pero casi todos los niños lo abrazan e intentan agarrarlo como a un osito de peluche.

“En casos de asalto sexual, en las entrevistas con las víctimas vemos que el nerviosismo y la ansiedad desaparecen una vez que Bronksey se sienta junto a ellas”, le explicó a BBC Mundo el fiscal Donovan.

Para un niño, describir ante extraños los detalles de un abuso traumático es una experiencia desgarradora, pero en el distrito de Richmond dicen que desde que trajeron a Bronskey ya no lo es tanto.

La habitación donde los detectives y abogados entrevistan a las víctimas más jóvenes se parece al aula de una escuela.

Una niña de 5 años, víctima de abuso sexual por parte de un familiar, estaba tan traumatizada, que sólo quería estar con su madre. Pero ella también tenía que declarar y no podía hacerlo con la niña. Trajeron a Bronksey: la niña se olvidó de su madre y se volcó emocionalmente al perro.

El perro mantenía entretenida a la niña, pero también la ayudó a centrarse en las preguntas que le hicieron los detectives. “Con el perro contó muchos detalles muy importantes para el caso”, comentó el fiscal Donovan.

Fuente: BBC Mundo