Austin solía tomar bebidas energéticas en exceso para aguantar su duro ritmo de trabajo, sin imaginarse que eventualmente ello le iba a cambiar físicamente para el resto de su vida. Su esposa, Brianna, dio a conocer su conmovedor caso en Facebook.

“Experimenté algo que nunca pensé que me pasaría… mientras estaba embarazada de 9 meses con mi primer hijo”, escribió Brianna.

“Nunca imaginé cuando me fui a dormir que mi mundo se haría pedazos en unas horas. Recuerdo a mi suegra despertándome y diciéndome que Austin había tenido un accidente. Solo sabía que mi marido estaba en el hospital, pero lo peor es que no sabía por qué”.

Contó que su marido había sufrido una hemorragia cerebral y los doctores dictaminaron, luego de hacerle varias pruebas, que el causante fue el reciente consumo excesivo de bebidas energéticas.

Según Brianna, se trataba de “un hábito que adquirió cuando empezó a trabajar en turnos más largos y tener que ir más lejos a trabajar”.

“Ya estaba en cirugía… tras esperar 5 horas, pudimos verle. Mientras todos se fijaban en su cara casi irreconocible, enganchado a tubos y máquinas, yo solo vi a sus padres. Vi la luz abandonar los ojos de su madre cuando vio a su hijo ahí tumbado. Vi a su padre romper a llorar, mientras abrazaba a su esposa. No sabían si su hijo se despertaría”, agregó.

“Ver a esta familia, mi nueva familia, de la que era ahora parte, y a quienes quería, tan destrozada y hecha polvo… es lo peor que haya sentido nunca”.

Detalló que al día siguiente volvieron a operar a su marido y tras ello hubo ataques, convulsiones, hinchazón y otras cosas “para las que no estábamos preparados”.

“Tras 2 semanas de vivir en el hospital sin saber si sobreviviría, volvimos a casa. Había llegado mi hora de dar a luz”.

Sin embargo, las cosas cambiaron cuando ocurrió “un milagro”, cuando ella dio a luz: Austin despertó.

“Cuando el bebé solo tenía una semana, lo dejé con mis suegros. Necesitaba ver a Austin y decirle que había llegado el bebé. Que lo necesitábamos. Pasaron las semanas. Fuimos tras de él por todo el estado mientras le operaban y practicaban procedimientos en él. Lo veía cuando tenía oportunidad. Cuando tenía poco más de 2 meses, nuestro hijo al fin conoció a su padre. No sabía si llegaría ese día, pero al fin volví a ser feliz”.

Brianne relató que su marido pudo volver a casa luego de un tiempo y reconoció que la vida de su familia “no es normal”, ya que hay viajes al hospital y visitas de médicos, “tantas que he perdido la cuenta. Pero aquí estamos. Luchando”.

“Me despierto cada día para cuidar de nuestro niño precioso y de mi marido. Preparo las comidas, hago terapia física, del habla y ocupacional. Le ayudo con su higiene personal, y a caminar. Le ayudo con cada aspecto de su vida”.

“Él ya no es el hombre del que me enamoré, pero le quiero más cada día. Luchamos para ayudarle a recuperarse. Para mejorar su vida. Un día lo conseguiremos. Hasta entonces, no me rendiré. Porque el amor es abnegado y lo quiero más que a la vida misma”, puntualizó.

Sara Endres, una fotógrafa de Sacramento, había tomado una serie de retratos conmovedores para documentar la lucha diaria de esta familia cuando hospitalizaron a Austin.

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