-Vasili Blokhin: En sus funciones dentro del NKVD en la Unión Soviética, Vasili ejecutó personalmente a varias eminencias de la URSS, como el mariscal Mikhail Tukachevsky y dos ex dirigentes del NKVD, a los cuales había obedecido anteriormente.

Sin embargo, la infamia que coronó a Vasili en el mundo de los verdugos fue su oleada de ejecuciones durante la Masacre de Katyn: el 5 de marzo de 1940 Iosef Stalin ordenó ejecutar a los 22 mil polacos que habían tomado como prisioneros tras la ocupación de ese país.

Durante los 28 días de la masacre, Vasili ejecutó personalmente a unos 7 mil o más polacos. Las ejecuciones se efectuaban desde el atardecer hasta el amanecer, pero Vasili prefería ejecutar por las noches, “trabajando” (él llamaba “trabajo” a eso) sin descansar, y alcanzando unos 250 muertos por noche.

Cuentan que Vasili ejecutaba vestido con un delantal de cuero (de los de carnicero) y unos guantes de piel, a fin de que su uniforme no se manchase de sangre. Tras la matanza, Vasili recibió la Orden de la Bandera Roja.

Así, Vasili gozó de reconocimiento hasta que Stalin murió en 1953, y la campaña de desestalinización lo forzó a retirarse de las Fuerzas Armadas, cosa que lo sumió en una profunda depresión, transformándolo en un alcohólico que murió en 1955, al parecer suicidándose.

-Souflikar Bostanci: Fue el verdugo personal del sultán Mehmed IV (1648-1687), y se destacó por su eficiencia, su crueldad y originalidad. No decapitaba a los condenados, sino que los estrangulaba con sus propias manos. Ejerció el papel de verdugo durante cinco años y ejecutó en promedio a unas 3 personas al día, lo que arroja una cifra de 5 mil 475 muertos.

-Johann Reichhart: Cuando trabajaba para los nazis, decapitó a 2 mil 876 personas; tras la caída del Tercer Reich, ejecutó a unos 156 criminales de guerra nazis.

Inició su trabajo de verdugo en 1924 para la República del Weimar, antes de que Adolf Hitler sumiese a Alemania en el delirante proyecto expansionista de los nazis, junto a los cuales habría de trabajar, decapitando a casi 3 mil personas entre 1939 y 1945.

Tras la rendición nazi el 8 de mayo de 1945, las tropas aliadas lo detuvieron y lo encerraron en la prisión de Landsberg. Poco después, sus mismos captores lo contrataron como verdugo para que ejecutara a aquellos para los cuales había trabajado anteriormente. De ese modo, hasta finales de mayo de 1946 que fue cuando acabó el contrato, Johan ejecutó a unos 156 criminales de guerra nazis.

Pese a que Johan encontró trabajo gracias a sus mismos captores, después de la guerra su esposa lo dejó y uno de sus hijos se suicidó en 1950 a causa de ser socialmente estigmatizado por el oficio de verdugo que había ejercido. Murió en 1972 en Dorfen.

-Charles Henri Sanson: tuvo el “honor” de decapitar al monarca Luis XVI, destituido durante la Revolución Francesa

Así siguió Charles Henry, incluso después de casarse en 1765 con Marie Anne Jugier, quien le dio a sus dos hijos: Henri (1767-1830), quien se convertiría en su sucesor oficial, y Gabriel (1769-1792), que murió joven, pero igual se dedicó al oficio.

En 1778, Charles Henri perdió a su padre y recibió un escudo color rojo sangre, símbolo del “verdugo oficial”, rango que ostentó su padre antes de quedarse paralítico, que después pasó a su tío y ahora pasaba a él.

Pese a su rol, no fue sino hasta la Revolución Francesa (1789) cuando Charles realmente entró en acción, cortando unas 2 mil 918 cabezas, entre las cuales figuraba la del destituido Luis XVI.

Al comienzo, y pese a que no era ningún absolutista y sabía que el rey había abusado del pueblo, Charles se negó a cortarle la cabeza, pero una turba enfurecida mató a su esposa a modo de represalia.

En total, se cree que Charles decapitó a unas 3 mil personas antes de morir el 4 de julio de 1806. Según cuentan, en sus años de retiro, este personaje coleccionaba partes diseccionadas de sus ejecutados.

-Giovanni Battista Bugatti: Era amable con los condenados: los consolaba y les ofrecía tabaco antes de ajusticiarlos. Con apenas 17 años ingresó al sangriento oficio en 1796, durante el papado de Pío VI, y con la tarea de “ajusticiar” a los criminales condenados por el Tribunal Eclesiástico.

Durante los cinco años iniciales, el joven Giovanni apenas decapitó a seis personas; pero, tras la Revolución Francesa y el control francés de los Estados Pontificios, empezaron a ser condenados todos aquellos que fueran meros sospechosos de conspirar contra el gobierno.

Giovanni pasó a la historia como el verdugo que se mantuvo más tiempo en el puesto (69 años), jubilándose recién a los 85 años de edad y dejando tras de sí unos 596 ejecutados. La historia habrá de recordarlo como el último “Gran Verdugo del Papa”, ya que desde su muerte hasta la disolución de los Estados Pontificios en 1870, apenas hubo once ejecuciones.

Fuente: asesinos-en-serie.com