Originario de la ciudad ecuatoriana de Machala, Gilberto Antonio Chamba asesinó brutalmente a nueve jóvenes y violó a tres. En su sadismo, gustaba de ensartar a las víctimas con un bastón que les metía en la parte íntima y les sacaba por la boca.

Es conocido como “El Monstruo de Machala” por la brutalidad con la que asesinó a sus víctimas. Actualmente se encuentra recluido cumpliendo condena en el Centre Penitenciari de Quatre Camins, en España.

Tras ser detenido en 1993, Chamba pronunció estás únicas palabras: “Yo las violaba después de muertas, esa era mi satisfacción personal. Soy culpable y en esto he andado solo”.

De sus diez víctimas en el Ecuador, dos eran menores de edad. Y el testimonio de una trabajadora sexual, una de las dos mujeres que sobrevivió a sus ataques, sirvió para iniciar el proceso penal en su contra, que terminó con una sentencia de 16 años de prisión.

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Una sentencia de la que apenas cumplió siete años, pues se acogió al beneficio del 2×1, que rebajaba las penas de los presos con buena conducta a la mitad y recibió un año más de indulto debido al jubileo 2000, que otorgaba ese tiempo de gracia o perdón.

El 9 de noviembre de 2000, tras cumplir su pena y luego de limpiar su historial policial, un beneficio que solo es posible en el Ecuador, Gilberto, quien hasta ese entonces estaba casado y tenía hijas con su esposa Mariela, decidió trasladarse a España.

Los seis años de aparente tranquilidad para la familia de Chamba, terminaron cuando Gilberto fue detenido en diciembre de 2004, acusado de haber violado y asesinado a María Isabel Bascuñana, una estudiante universitaria española.

El fiscal que acusó a Chamba pidió una pena de 52 años que fue rebajada a 45, una sentencia histórica por ser la primera vez que se impone esa sanción a un delincuente por un hecho como ese.