El emprendimiento social se caracteriza por buscar soluciones sustentables a problemas sociales como la desigualdad social y la exclusión. Sin embargo, en Latinoamérica, solo el 3.4% de estudiantes está liderando emprendimientos sociales, a pesar de que el 62% desea hacerlo, mientras que el 15% de estudiantes universitarios participó de algún emprendimiento social siendo la mayoría como colaborador (8.2%) o practicante (3.4%).

Esto como resultado de la investigación: “El emprendimiento social de base universitaria en Latinoamérica ¿Están las universidades haciendo lo suficiente?”, de Wilfredo Giraldo Mejía y Arístides Vara-Horna de la Facultad de Ciencias Administrativas y Recursos Humanos de la , a través de un esfuerzo colaborativo entre 26 universidades del Consejo de Acreditación de Escuelas y Programas de Negocios ACBSP, con el objetivo de identificar oportunidades de mejora en la formación universitaria ante los escenarios de las nuevas demandas sociales y de desarrollo.

De esta manera se encuestó a 5,243 estudiantes, de las facultades de ciencias administrativas de 26 universidades de 8 países de Latinoamérica, miembros del ACBSP como Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y República Dominicana.

En esta investigación, se indica que el 66.2% de estudiantes considera que la universidad le proporciona siempre o casi siempre, los recursos de formación necesarios para un emprendimiento social. Sin embargo, y como se mencionó, la oferta educativa no se traduce en resultados concretos de emprendimiento social ya que el problema no es la provisión de recursos que las universidades les proveen, sino la eficacia de estos recursos para lograr emprendimientos sociales concretos.

Se señala además, que existen otros factores que explican la intención emprendedora, como el sentirse capaz para emprender, tener una buena imagen del emprendedor y contar con el apoyo social. No obstante, el nivel de autoconfianza del estudiante es considerado como el factor condicionante en la intención y en consecuencia sobre la conducta emprendedora.

Por otro lado, se destaca que existe una brecha de género en perjuicio de las mujeres, quienes tienen la misma intención emprendedora que los hombres, pero consideran tener menos acceso a los recursos y herramientas universitarias para desarrollar emprendimientos y de poco apoyo de su entorno familiar, amical, etc.

Otros estudios como el Reporte de Emprendimiento Social 2015 informa que existe un 3.1% de emprendedores sociales en América Latina y el Caribe, lo que significa que no hay mucha diferencia entre la cantidad de universitarios que lideran emprendimientos sociales y la cantidad de emprendedores sociales de la población en general.

En otras palabras, las universidades no están teniendo un impacto cuantitativo significativo cuando se comparan a sus estudiantes con la población en general.

MEDIDAS

De lo mencionado, todo parece indicar que los factores formales de formación necesitan fortalecerse con innovaciones pedagógicas. El estudio presentado sugiere fortalecer el soporte institucional para promover la intención emprendedora social de los estudiantes a través de la formación práctica que se traduce en mejorar la autoeficacia, crear modelos deseables de emprendedores sociales exitosos y de crear consciencia para fortalecer el apoyo social a estas iniciativas.

Además, resulta necesario mejorar la percepción de los estudiantes sobre los emprendedores sociales incorporando casos de éxito e intercambio de experiencias para consolidar e incrementar las aspiraciones, posibles esfuerzos y la concepción de una intención emprendedora, que, con el posterior equipamiento de recursos, conocimientos, redes de contacto y demás, pueden desarrollarse.

Aparte de una formación práctica orientada al poder-hacer, se requiere también una formación universitaria de emprendimiento social con enfoque de género, prestando especial atención a las necesidades de las estudiantes.