El problema, dicen los expertos como Alfredo Luna, académico del Centro de Negocios de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Luis Felipe Calderón, de la Universidad Esan Graduate School of Business, no radica en la relación en sí, sino en que:

1. Estos romances pueden llegar a constituir el punto de partida de favoritismos y conflictos de intereses.

2. En muchas ocasiones, estas relaciones no se saben manejar adecuadamente y entorpecen el clima laboral, particularmente, en el caso de los amoríos entre superiores y subordinados, ya que estas relaciones podrían ocasionar tratos injustos y poco éticos.

3. Para Calderón, en el caso de un jefe varón y casado, que tiene una relación con una subordinada casada o soltera, es difícil que los involucrados declaren su relación formalmente y tratarán de mantenerla oculta.

4. Los romances de oficina crean inconvenientes en términos de desempeño y rendimiento laboral.

5. Se desaprovecha el talento de los involucrados. En este sentido, Luna sugiere que la empresa tenga un plan de contingencia de manera que las personas “puedan ser reubicadas en áreas en las que su productividad individual no sea menoscabada por la cercanía del ser amado”.

6. Otros empleados pueden sentir que están recibiendo menos beneficios y oportunidades en comparación con el “empleado favorito”, que tendrá el mismo puesto, la misma responsabilidad y la misma carga laboral. Si esto ocurre, el ambiente laboral se ve debilitado, mientras el “favorito” se convierte en blanco fijo de rumores, envidias y resentimientos.

7. En el peor escenario, esta persona o bien los implicados, terminarán por ser despedidos, trasladados a otras áreas de la compañía o bien, renunciarán a la empresa para evitar ser víctimas de posibles ofensas.

Fuente: Sdpnoticias.com