El peor error que podríamos cometer en una situación como esta sería decir que no tenemos debilidades. Nadie es perfecto, y una respuesta como esta sólo nos hará quedar como personas arrogantes e incapaces de reconocer sus errores y faltas.

Para poder enfrentarte mejor a tus debilidades, lo principal es identificarlas, y relacionarlas siempre a temas laborales, no a asuntos personales. Recuerda: lo importante es conocer cuáles son las fallas que te reconoces dentro de un ámbito de trabajo, puesto que de ahí nace la capacidad para corregirlas.

Lo segundo que debes hacer es explicar en qué situaciones suelen manifestarse estas debilidades, poner en contextos e incluso presentar ejemplos de situaciones previas en que has tenido que lidiar con ellas.

Y por último, debes darle un giro positivo a la situación, comentando como logras mantener el control de la situación. Así, estás no sólo reconociendo tus debilidades, sino demostrando que eres una persona capaz de enfrentarte a ellas y ganarles la batalla.

Una vez identificada la debilidad, practica lo que dirás hasta que te resulte natural hablar sobre ella, para que no termine sonando acartonado o ensayado. Además, no olvides que debes tomar en cuenta la debilidad elegida en base al trabajo al que postulas. Por ejemplo, “dificultad para trabajar bajo presión” no sería adecuada para un puesto en sala de emergencias.

Fuente: Plusempresarial.com