No hace mucho, el país insular más pequeño del mundo y con una población de tan solo 10 mil personas era uno de los más prósperos del planeta y la envidia de todo el mundo. Sin embargo, ahora el país está sumergido en una crisis económica y social permanente.

Gran parte de su riqueza se debía a la explotación de depósitos de fosfato, que empezó a principios del siglo XX. Gracias al auge de la industria minera, para el año 1980 Nauru se había convertido en el país con la mayor tasa de riqueza per cápita del mundo.

Curiosamente, la riqueza fue en parte el origen de la crisis sanitaria que Nauru atraviesa ahora. En concreto, el alto nivel de ingresos provocó que la gente abandonara el estilo de vida tradicional y empezara a abusar de la comida poco sana, el alcohol y el tabaco.

En consecuencia, la esperanza de vida bajó a los 50 años, mientras que las tasas de diabetes, problemas cardiacos y otras enfermedades crónicas se dispararon. Según la OMS, en 2007, el 94,5 % de la población de Nauru tenía sobrepeso y el 71,7% era obesa, más que en cualquier otra parte del mundo.

A los problemas de la salud se añadió en los años 80 el agotamiento de los yacimientos de fosfatos, la principal fuente de ingresos del país. Más aún, las explotaciones devastaron el 75% del país y lo dejaron inhabitable.

En búsqueda de una solución financiera, en 2001 Nauru firmó un contrato con Australia para ubicar en la isla un centro de detención de refugiados, que estuvo funcionando hasta 2008. Se volvió a abrir en 2012.

Fuente: RT

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