En los años 80 la deuda fue un albatros que ahogó la economía regional y condujo a lo que hoy llamamos la década perdida.

La “salida” de esta crisis incluyó varias reestructuraciones de deuda, mucha ingeniería financiera (Plan Baker, Plan Brady), cesaciones de pago y heridas que no terminan de cerrarse como se puede ver en el caso de Argentina y los fondos buitre.

Según el Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (Obela) y académico de la UNAM en México, Oscar Ugarteche, el precio económico regional fue muy alto.

“El servicio de la deuda se llevó una porción cada vez más grande del presupuesto que se robó a la inversión pública en infraestructura o en educación o salud. El impacto de esta desinversión fue un menor crecimiento económico que dificultó aún más el pago de la deuda y que a mediano y largo plazo creó problemas de competitividad por la falta de inversión en la infraestructura que necesita toda economía para desarrollarse”, indicó.

Esta penosa experiencia no pasó en vano, como señala un informe sobre la finanzas públicas de la región publicado este año por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

“En 2013 el promedio de deuda se mantuvo cercano al 31% del PBI para la región. La caída del pago de intereses ha sido significativa en los últimos años en América Latina. Se trata de una tendencia de gran relevancia en la perspectiva de la calidad de las finanzas públicas, al permitir espacios para una mayor inversión y para el gasto social”, señala el informe.

En términos de porcentaje del PBI la mayoría de los países tienen una deuda pública que se sitúa entre el 20 y 40 % del PBI con Brasil, El Salvador y Nicaragua entre los más endeudados en términos porcentuales y Chile y Paraguay entre los que menos deben.

Fuente: BBC