En el Perú, la agricultura representa uno de los principales motores productivos de la economía, al generar el equivalente al 6% del PBI total en 2019, así como al 1.2% de la recaudación por tributos internos, según cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y la Sunat. Además, a diferencia de otros sectores predominantes en la producción, la agricultura peruana es intensiva en mano de obra, lo cual se traduce en más de 800,000 empleos formales nuevos. De igual manera, importantes inversiones privadas y políticas sectoriales que promocionan la generación de empleo formal y la apertura de nuevos mercados han sido elementos clave para que el sector agrícola crezca sostenidamente.

Sin embargo, el sector agrícola en el país tiene importantes particularidades que limitan significativamente su productividad, así como su potencial contribución a la competitividad del país. Entre estas podemos mencionar la atomización de unidades productivas, la limitada asociatividad entre micro y pequeños productores, la prevalencia de informalidad, la falta de innovación tecnológica en cultivos y capital de trabajo, y condiciones que limitan el acceso al financiamiento. Sobre todo, para aquellas personas vinculadas al sector y que se encuentran en condiciones más vulnerables, estas limitaciones son aún más relevantes, ya que acentúan el efecto negativo en la generación de ingresos frente a shocks en la economía.

Una medida en la dirección correcta

Por estas razones, a pesar de que el sector agrícola es uno de los pilares en el desarrollo económico peruano, no es ajeno a las consecuencias del contexto actual por el que atraviesa el Perú y el mundo a causa de la pandemia del coronavirus. Si bien el sector agrícola no se detuvo al iniciarse las restricciones de movilización y la paralización de actividades económicas, el impacto de las medidas de inmovilización y sanitarias se vieron indudablemente reflejadas en la estabilidad del empleo, la producción y las ventas en miles de agricultores, sobre todo aquellos micro y pequeños productores en diferentes zonas del país.

A raíz de esta situación, el Gobierno peruano anunció recientemente la aprobación del Decreto de Urgencia 082-2020, que dicta medidas complementarias destinadas al financiamiento de los pequeños productores agrícolas y con el cual se crea el Programa de Garantía del Gobierno Nacional para el Financiamiento Agrario Empresarial (FAE-Agro). Este contará con un fondo inicial de S/ 2,000 millones (más del doble del monto asignado al FAE-Mype y FAE-Turismo) y busca beneficiar a aproximadamente 300,000 pequeños productores de la agricultura familiar con parcelas de una extensión menor a 5 hectáreas.

De esta manera, en la línea de las medidas de apoyo financiero a las micro y pequeñas empresas (Mype) y a las de este tipo que pertenecen al sector turismo (a través del FAE-Mype y el FAE-Turismo, respectivamente), se busca otorgar recursos para sostener el capital de trabajo de las unidades agrícolas de menor tamaño, que pasan por una situación de vulnerabilidad, a través de un financiamiento directo, que toma en cuenta las particularidades productivas de estas unidades agrícolas y bajo un esquema garantizado por el Gobierno que promueve su uso.

No dejemos pasar una nueva oportunidad

La situación económica que la pandemia ha traído al Perú ha dado a nuestros gobernantes una oportunidad única para crear políticas que aseguren el bienestar de la población y sienten las bases para mejoras en la competitividad de la economía. Esto se observa de manera clara en el sector agrícola, al presentarse una nueva oportunidad para pensar en los pequeños agricultores y cómo potenciar su productividad para una mejora en su calidad de vida.

Como se mencionó al inicio, las barreras y limitaciones que hoy enfrenta el sector (atomización de las unidades productivas, bajos niveles de asociatividad, informalidad y dificultad para el acceso a financiamiento adecuado, entre otras) deben ser tomadas en cuenta al proponer una medida general para los pequeños agricultores.

De acuerdo con la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) de 2018, el 20.7% de los productores agrícolas son pequeños o medianos, de ellos, el 87.3% contaban con una superficie de hasta 5 hectáreas, y a nivel nacional ocupan el 91.7% de la superficie agropecuaria del país. Además, el 25.8% de las tierras agrícolas manejadas por pequeños y medianos productores no está trabajada, lo que se debe principalmente a falta de mano de obra (37.4% de unidades agropecuarias) y falta de crédito (31%). Así, tan solo el 9% de los agricultores familiares declaran haber utilizado productos financieros de crédito, siendo las cajas rurales y municipales, cooperativas y empresas de desarrollo de pequeña y microempresa (Edpyme) quienes realizan mayores colocaciones para este subsector.

Esto demuestra que la inserción del público objetivo del FAE-Agro al sector financiero es significativamente baja para una gran proporción de productores individuales que, en muchos casos, no son receptores de capacitaciones por parte del sector público o privado y tienen un limitado acceso a innovaciones en técnicas productivas. Así, esta medida por sí sola únicamente atendería a un porcentaje de la agricultura familiar con mayores recursos y relación con el sistema financiero rural.

Frente a esto, resulta necesario adoptar nuevas medidas complementarias que generen incentivos para mejoras en productividad, así como tomar en cuenta la relevancia de estos actores financieros en el funcionamiento del sector. Se necesita otorgar recursos y herramientas a las entidades financieras especializadas en este segmento, ya que cuentan con la experiencia necesaria para el trabajo con unidades productivas dispersas y el monitoreo para el correcto uso de los créditos.

Además, los incentivos a la asociatividad y la formalización deben ser el centro de este tipo de medidas, al facilitar el otorgamiento de créditos y generar economías de escala que permitan participar en cadenas logísticas más grandes, lo cual redundaría en mayores ingresos para la población. El agro peruano no puede seguir perdiendo oportunidades de desarrollo; aprovechemos este momento para expandir los beneficios del sector bandera del Perú.