De las múltiples costumbres de nuestra variopinta y singular Lima, la Semana Santa es una de las más reconocidas y seguidas por sus distinguidos y honorables habitantes.

Y es que el pueblo peruano, especialmente el limeño, experimenta cada año la Vida y Pasión de Cristo con tamaña devoción religiosa, herencia española con la que nos insertamos en el mundo católico.

Estos días de reflexión, llamados antiguamente como “Semana Mayor” o “Semana Grande”, abraza el tiempo que conmemora el Misterio Pascual de Cristo. En Lima, que se resiste a desprenderse de su espíritu colonial, se celebra con especial particularidad.

Es muy antigua la tradición en que enormes caravanas religiosas se dirigían hacia la Plaza de Armas, iniciando todo desde el Miércoles de Ceniza, tiempo en que finaliza el jolgorio de los carnavales, para dar paso a la Cuaresma, período de conversión espiritual que nos prepara para recibir estos días santos.

Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, procesiones que muestran los pasos de la Pasión y los Dolores de la Virgen recorren las calles más importantes de la ciudad.

Hasta entonces, algo típico de estas fechas, y que permanece intacto hasta nuestros días, era visitar las siete iglesias en Jueves Santo, haciendo peregrinación por los principales templos del Centro Histórico, costumbre romana que se remonta del siglo XVII.

¿Qué se recuerda en el Jueves Santo? Varios desconocen que este día de la Semana Santa Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía. Es decir, se sirvió un cordero puro y del año, y su sangre se roció en la puerta del escenario de la Última Cena, en señal de purificación.

Además, en el primer día del Triduo Pascual se conmemora la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. También, adquiere un gran simbolismo el lavado de pies que hiciera Jesús a sus apóstoles.

Según refiere Juan 13, 1-15, “Jesús se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido”.

Entonces Jesús dice a sus anonadados seguidores que solo lava los pies porque todo lo demás está limpio. Sin embargo, no todos lo están, agrega en alusión al que lo traicionaría horas después.

Por la noche se adorará al Santísimo en el “Altar de la Reserva” celebrándose la llamada Hora Santa en los templos católicos del mundo. La Iglesia llama al Jueves Santo el Día del Amor Fraterno.

Como es un día dedicado exclusivamente a la Eucaristía, no salen procesiones. Por eso, es costumbre que después asistir a los oficios del Jueves Santo, los fieles visiten los monumentos de siete iglesias, en recuerdo de los siete lugares que Jesús pasó durante su pasión: el huerto de Getsemaní, la casa de Anás, la casa de Caifás, el Pretorio con Pilato, la ida donde Herodes, la vuelta a Pilato y el Gólgota.

Este tradicional recorrido se extenderá a todos los distritos de Lima, aunque las iglesias preferidas para ser visitas son las ubicas en el Centro Histórico de la Ciudad.

Esta peregrinación piadosa por los monumentos se hace en recuerdo a las palabras de Jesús durante su agonía y oración en el huerto de Getsemaní: “Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo”. (Mateo 26,38)

Y tú, ¿ya escogiste las siete iglesias que recorrerás para comparecer el padecimiento de Cristo hacia la Cruz?