Ir a la playa, se ha convertido en una costumbre común para todos los peruanos de todos los estratos sociales, sexos y mayoría de credos.

Y es por ello que Agua dulce representa esa unión de grupos que se cruzan formando un común. Esta playa chorrillana es, para muchos, “lo más bonito que puede existir”.

El emblemático lugar ubicado casi al finalizar o al comenzar la Costa Verde, según sea el punto de vista del visitante, es la playa más popular de todo el Perú y cada año es concurrida por miles de personas, mejor dicho, cada día. Pero solo durante el verano.

Completamente abarrotada, casi sin ningún espacio en la arena, es el escenario común que se puede apreciar en este lugar. Vista desde el malecón de Chorrillos, un paisaje lleno de puntos multicolores, que son las sombrillas que adornan el borde de la arena donde chocan las olas. Ya de cerca el panorama es un poco distinto.

Debajo de estas sombrillas se guarecen de los fuertes rayos de sol, pieles de todas las tonalidades, y edades, sobre todo infantiles. Es popular que a esta playa, padres de familia llevan a todos los pequeños hijos y sobrinos, o nietos y todos los que tengan el privilegio de poder escapar por unas horas a visitar Agua Dulce.

Ya en la playa, pisando la caliente arena, es inevitable no intentar correr hasta la orilla tratando de no tropezarse con las toallas, bancas, sombrillas, juguetes inflables, ollas, y cualquier cosa que se pueda ocurrir encontrar. Cualquier cosa se puede encontrar.

Luego de instalados en un punto estratégico, o mejor dicho: Donde sea, en cualquier metro cuadrado de arena disponible comienza el ritual familiar. Aquí familias de todos los distritos limeños se pueden reunir. La playa es el pretexto perfecto para que amigos que están separados por kilómetros de distancia, puedan volver a verse.

Todos quieren ir a Agua Dulce, todos incluso las mascotas. Perros, nomás. Ellos también hacen “lo suyo” al llegar a la playa, la pasan muy bien corriendo despavoridos, mojando sus patitas, haciendo huecos en la arena, y los más arriesgados, aventurándose en el agua.

A la hora de almuerzo, embadurnados de ese protector solar que venden, por un par de soles, ambulantes ofrecen sus productos y entre estos no puede faltar el rico ceviche al paso o el arroz con pollo servido con papa a la huancaína. Un manjar y sobre todo una facilidad para las grandes familias que de a pocos se reúsan a llegar con sus ollas de comida para todas las bocas que tienen que alimentar.

Nadie se puede aburrir en Agua Dulce, hay diversión para todos. Ya sea jugueteando en las aguas, o tomando un paseo mar adentro en el bote de uno de los pescadores que brindan el servicio de este tipo de entretenimiento. O el fotógrafo que construyó un trono multicolor, en medio de la arena donde hacen cola para retratarse.

Todos se llevan un recuerdo de este lugar, y Agua Dulce también se queda con el recuerdo de sus visitantes, quienes muchas veces, no demuestran cuánto “la quieren”, dejando sus desperdicios en la arena.

Ver este paisaje, ya cuando el sol cae y pocos son aún los que quedan en la playa, a diferencia de los cientos de envoltorios de plástico, botellas, o restos de alimentos que son comidos por algunas aves. Resulta un poco desolador.

Afortunadamente, son algunos de los comerciantes, los que se ganan el día en este mágico lugar, y los que tratar de limpiar, en lo que se pueda, la arena todas las tardes. Tienen que prepararla para la mañana siguiente, cuando llegarán nuevamente no los mismos, sino otro tanto de multitud diversa que disfrutará de este paraíso terrenal que se llama Agua Dulce, y que entretiene a todos en cualquier día de verano.

Por: Patricia Livia (@patlivia)