Con su origen en la antigua Bolskan celtíbera, más de 2.000 años atrás, Huesca es una ciudad sorprendente y moderna. Sin olvidar su papel de «puerta de los Pirineos» ni su considerable patrimonio histórico tras diferentes encarnaciones (íbera, romana, visigoda, musulmana), la ciudad tiene mucho que ofrecer al viajero más exigente.

El mejor punto de partida es la Catedral de Santa María de Huesca, en pleno corazón del barrio antiguo. Se trata de un edificio gótico (siglos XIII al XVI) iniciado en tiempos de Jaime I de Aragón. Dentro podemos maravillarnos ante su imponente retablo mayor. Justo frente a la Catedral nos encontramos con el Ayuntamiento, un palacio del siglo XVI, estupenda muestra del Renacimiento aragonés.

Pero si no nos interesa profundizar tanto en la historia de Huesca, al menos conviene deleitarse con los dos edificios en que se ubica: uno, el antiguo Palacio de los Reyes de Aragón, del siglo XII y a la Universidad Sertoriana de Huesca, barroco de planta octogonal cuyo patio porticado bien merece un paseo.

Quien piense que Huesca solo tiene herencia histórica que enseñar está equivocado. El primer ejemplo sería el propio Casino. El Círculo Oscense, como realmente se llama el edificio debido a la fundación de que depende, data de principios del siglo XX, y es una de las mejores muestras del Modernismo arquitectónico en la ciudad.

Fuente: ABC España.