HAZ TODA LA COLA QUE SE PUEDA

Es importante estar ahí cinco horas antes de la salida del vuelo poniendo ya cara de dolor de pies y de “pero cuánto tardan”. La disposición imaginativa de tus pertenencias y de ti mismo en el suelo de la cola y aledaños no es opcional a partir de la segunda hora.

MUÉVELO EN EL CONTROL DE ACCESO

Desnudarte y palparte no es suficiente, así que se inventaron los rayos X para hacerlo todo más hondo. Si te lo tomas con la deportividad se hace más cortito.

COME COSAS EXÓTICAS DE VERDAD

Las hace el mismo que cocina en los aviones, ese tipo que luego sus vecinos dicen que es buena persona y que siempre saludaba en el ascensor. Se acompaña de un zumito de tomate, algo que a la gente no se le ocurriría beber nunca en casa, pero que es fuente de grandes dramas si se acaba a bordo, se ha extendido a las terminales y sólo esperamos que no salga del aeropuerto.

BEBE BIEN SIN PREGUNTARTE QUÉ

Hay una fila de tipos en la barra de cada aeropuerto bebiendo en un vaso corto en el que no caben y preparados, a juzgar por el sabor, a tientas. O esas cosas de colores fosforescentes a las que llaman cóctel y cuyos ingredientes indispensables son, la sombrillita, cuarto de kilo de azúcar y diez euros de tu cartera. Estas tropelías se podrían explicar con que paga la empresa, pero ni con esas.

EL HÉROE DE LOS ENCHUFES

Hay sólo un enchufe en todo el aeropuerto, está en un lugar semiaccesible de la columna misteriosa e ignota situada entre Mordor y la Atlántida. Hay que torsionarse o arrastrarse como en el Vietnam para alcanzarlo, pero va el tío y lo consigue. En lo que todos los aeropuertos se enteran de que llevamos cosas que se enchufan, el tío del móvil somos cualquiera.

Con información de la nota de Rafael De Rojas de Traveler.es