Dormir en una antigua estación de tren

La antigua estación de Dent es el lugar perfecto si el objetivo es alejarse del mundanal ruido. En plena campiña inglesa, el pueblo más cercano esta a seis kilómetros y medio. Dent Station se encuentra en uno de los tramos ferroviarios más bellos de Gran Bretaña, el que une Settle con Carlise, la ruta de ensueño que aparece en las películas de Harry Potter.

Despertarse en un faro

Pasar las vacaciones en un faro es el no va más de los románticos incurables, de los marineros de corazón y de las naturalezas más aventureras. La escenografía no puede ser más pintoresca: vistas de más de veinte metros sobre el mar, olas rompiendo contra los cilíndricos cimientos y un azul todopoderoso para provocar una desconexión total. Algo mágico debe tener porque en Gran Bretaña ya son 30 los faros rehabilitados y convertidos en hoteles. En Beacon Cottage, situado entre los brumosos pantanos de Dartmouth y Salcombe la esencia marinera es impecable.

Alojarse en un Molino de Viento

El molino, en pleno corazón de Norfolk, data de comienzos del siglo XVIII, y ofrece todos los extras visuales para ser un alojamiento único. Grandes aspas blancas, paredes de ladrillo rojo, huidizas escaleras y un laberíntico interior dónde abundan los pasadizos y las habitaciones irregulares. Y algo muy importante, un tremendo gusto por el detalle en sus nueve habitaciones. Sábanas de lino, colchones de diseño, camas con baldaquino y agradables chimeneas donde combatir con elegancia el traicionero clima británico.

Una escapada a la Inglaterra Victoriana. Isla de Burgh

El sofisticado lujo antiguo del Burgh Island Hotel cumplirá con todas las espectativas de los nostálgicos más exigentes. Pura etiqueta y cócteles. Fuera la televisión y bienvenida la sala de billar. Aunque la isla parece deliciosamente remota, lo cierto es que el hotel ha sido el refugio preferido de muchas celebrities desde comienzos del siglo XX.

Dormir en una piña. Dunmore Park; Escocia

Los habitantes de la isla, hartos de tanta cortina de agua, siempre han guardado un lugar de honor en su corazón para los cálidos vientos de los mares del sur. Y los que han podido lo han trasladado con más o menos estilo a su día a día. Eso hizo Lord Dunmore en el siglo XVIII, cuando decidió dar forma de piña gigante a su casita del jardín y regalarle esta osadía arquitectónica a su esposa.

Amanecer en una antigua Torreta de Agua

Casi como dormir en las nubes porque esta curiosa torreta de agua (que a primera vista más bien parece una casita para pájaros) tiene un bonito tejado de madera que se acerca mucho al cielo del atardecer. Por tener tiene hasta una cabina telefónica de las antiguas, de las rojas de toda la vida, y una espaciosa sala de billar. Además de cinco plantas a las que se accede por 67 escalones, esto sin contar con la empinada escalera de caracol que lleva al ático, lugar al que merece la pena subir.

Pernoctar en una Abadía. Norte de Gales

Durante la Edad Media la Abadía de la isla de Bardsey era un poderosísimo imán para los peregrinos pero hoy el centenario recinto sagrado está en ruinas y nada sabe ni recuerda de multitudes esta diminuta isla del Norte de Gales, a no ser que hablemos de delfines y focas, muy fáciles de avistar desde sus rocosas costas.

Fuente: ABC