Leshan, la antigua Jiazhou (en China), supera actualmente los 3.500.000 habitantes. Chengdu es la capital provincial, con 14 millones de personas, pero no tiene nada que envidiarle a Leshan en cuanto a modernidad y servicios.

Lo que más sorprende es su patrimonio cultural, representado en una de las más prodigiosas creaciones artísticas de todos los tiempos: El Buda Gigante de los acantilados de Lingyun, situados al sur de la ciudad, justamente en la confluencia de sus tres ríos: Minjiang, Dadu y Qingyi.

Fue incluida por la Unesco en 1996 en su lista del Patrimonio Mundial, se trata de la estatua de Buda excavada en roca más alta del orbe.

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La talla, que tiene una altura de 71 metros, representa a Maitreya, el Buda del Futuro (sucesor de Siddhartha Gautama, el Buda histórico), con las manos apoyadas sobre las rodillas, en una postura hierática y con expresión solemne.

El cabello consta de más de un millar de rulos, cada uno tan grande como una mesa. La distancia entre los hombros es de 28 m, cada oreja mide 7 m, las cejas 5,6 m, igual que la nariz, y el menor de los dedos del pie es suficientemente largo como para que lo puedan cabalgar diez personas juntas.

Las crónicas hablan de un monje llamado Haitong, quien comenzó a esculpirlo en el año 713, durante la dinastía Tang. Su propósito era que la presencia del Buda aplacara la turbulencia de los tres ríos, haciendo más lentas las mareas, impidiendo sus inundaciones y protegiendo a los barcos de sus crecidas.

El Buda, pues, salvó a todos, si bien la ciencia actual explica que la roca extraída durante el tallado se depositó en los lechos fluviales, alterando su curso y eliminando la peligrosidad de las aguas. La gran estatua, erosionada durante siglos por el viento y las lluvias, fue restaurada en 1962, recuperando parte de su estado original.

Fuente: ABC.es