Si no eres tú, seguro que tienes un amigo o conocido que siempre está preparado para irse de viaje, para agarrar el avión o el bus interprovincial, conoce gente en otros países y tiene sus redes sociales llenas de fotografías fuera del país.

Pero ser un viajero empedernido no es solo viajar y viajar, es una forma de percibir el mundo. De olvidarse de Instagram y vivir de verdad el momento. Aquí hay algunas cosas que podrían hacerte identificar o revelarte como uno.

Hablan de viajar, como si fuese lo más fácil del mundo: Mientras unos están preocupados en los tiempos, las cosas que llevarán, lo que dejarán, un viajero empedernido se cogerá un par de pantalones, comprará un billete y descubrirá el mundo. ¿Los límites? Tú mismo.

No hacen planes a largo plazo: No son buenos de calcular en dónde estarán en 1, 5 o 10 años. El solo hecho de planearlo les da dolor de cabeza.

No hablarán tanto de sus viajes: Aunque les emociona, no tienen necesidad de relatar cada una de sus experiencias a cada rato, al menos que les preguntes directamente.

No tienen problemas con el camino: Treinta personas para un bus de 10 asientos suena mal para unos, para otros es todo un gran reto aventurero. Dos días para recorrer una montaña, para algunos suena cansado y ya querrán regresar; para otros, será una travesía inigualable.

Conocen varios idiomas: Puede que no los hablen a la perfección, pero conoce muchas frases y buena cantidad de palabras en distintos idiomas.

No tienen miedo a viajar solos: Les puede más las ansias de viajar a lugares recónditos que la soledad de la experiencia. Total, en el camino seguro que conocen a alguien interesante.

Tienen conciencia ambiental: Viajar por tantos lugares les ha hecho conocer los peligros de la contaminación, la falta de recursos y las desigualdades sociales.

Fuente: traveler.es