Uno de los mayores temores de los amantes fugaces y aventureros es el de contraer una ETS, por ello es siempre bueno estar bien protegidos por si la ocasión y la buena fortuna lo amerita, pero ¿desde cuándo llevamos ese temor tan íntimo, por culpa de volvernos ‘tan públicos’? Pues, las enfermedades venéreas nos han perjudicado desde el inicio de la humanidad y de manera muy significativa en las diferentes sociedades que pasearon por el planeta. Tal es el caso de la sífilis y de la gonorrea, que en el transcurrir de la historia han sido la causa de verdaderas epidemias, que han afectado a grandes masas de la población europea, medio-oriental y americana, con consecuencias devastadoras.

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Pues a pesar de ser males tan horrendos y perjudiciales para nosotros, curiosamente el término venérea, procede de Venus, diosa romana de la belleza, del amor y de la fecundidad, versión latina de la diosa griega del amor, Afrodita, quien conjuga lo amoroso y lo femenino. ¿Pero por qué? Al ser símbolo de la pasión, el deseo y la sensualidad, se le decía ‘venéreo’ a todo lo que emanaba de ella, como algo hermosamente deseable y carnal. Pero cuando el latín pasó a ser lengua oficial de la Iglesia de Roma, el término ‘venéreo’ se comenzó a utilizar para señalar a las enfermedades sexuales que ‘las mujeres transmitían’. Sí que la ignorancia es ofensiva.

Sea como sea, al ser las venéreas enfermedades que necesitan del contacto íntimo-sexual para su contagio y propagación. Los romanos, muy preocupados por estas enfermedades, a las que denominaban “morbus incidens” buscaron la manera de combatirla, es así que, cuando las legiones romanas realizaban sus invasiones, y debido a que no solo invadían territorios, sino también las mujeres eran parte del “botín”, usaban unos preservativos hechos de tripa de carnero que un pastor “anónimo” denominó “camisa de Venus”. Y así nació el abuelo del preservativo que llevas en el bolsillo o el bolso.