La artista neoyorquina tiene un talento excepcional para crear estas obras hiperrealistas sobre los icebergs de Groenlandia con un excelente manejo de la luz y la composición que tienen la capacidad de hacer sentir al espectador que está en frente de ellos y poder tocarlos. Hasta frío.

Su obra está dedicada a su madre, quien llevó años planeando el viaje para ver el paisaje helado y deslumbrante de Groenlandia. “Mi madre, había concebido la idea para el viaje, pero lamentablemente no vivió para verlo completo. Durante los meses de su enfermedad su dedicación a la expedición nunca vaciló y me prometió llevar a cabo su viaje final.”, cuenta la pintora que esparció las cenizas de su madre cuando tiempo después ella viajó a Groenlandia. “Ella es ahora una parte del paisaje que tanto amaba.”, añadió.

En sus pinturas, Zaira Forman explora los momentos de transición, turbulencia y tranquilidad presentes en un paisaje, para ponerlos a la vista del espectador y confrontarlo con la poderosa fuerza de la naturaleza. Y lo hace muy bien.