El Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, al mando de Adolf Hitler, ha sido una de las máquinas más crueles de muerte en la historia de la humanidad, aunque actualmente, otros ‘grandes gobiernos’ se empeñen en superarlo secretamente. Durante el infame Holocausto, una serie de crueles experimentos se llevaron a cabo, utilizando a los cautivos como ‘conejillos de indias’, y dirigidos por científicos y médicos nazis, que más tarde serían considerados criminales de guerra.

Aquí te presentaremos algunos de las más crueles pruebas que se hicieron con inocentes seres humanos en aquel entonces, y te dejamos con unas preguntas: ¿qué diferencia el dolor físico que sufren los seres humanos, con el dolor físico que sufren los animales usados en experimentos científicos? ¿Cuándo sé es cruel y cuándo no? ¿La crueldad puede ser justificada de alguna manera?

1. Congelación e hipotermia

Estos experimentos fueron realizados para simular las condiciones de los militares en el Frente del Este, donde soldades alemanes murieron de frío o por enfermedades relacionadas a las bajas temperaturas. El encargado de estas pruebas en los campos de Birkenau, Auschwitz y Dachau, fue el doctor Sigmund Rascher, quien en 1942 presentó los resultados en una conferencia. Por un lado, se veía cuánto tiempo tardaba un ser humano en morir congelado, y por el otro, formas de reanimarlo.

A las víctimas – jóvenes judíos y rusos – se las ponía en tinas de agua helada, o desnudos, a la intemperie en temperaturas bajo cero, con una sonda en el recto que medía la bajada de temperatura. La mayoría moría al llegar a los 25 grados.

Por otra parte, los experimentos para resucitar también eran crueles y dolorosos. Se ponía a los congelados moribundos bajo lámparas de rayos ultravioletas que quemaban la piel, mediante la irrigación interna de agua hirviendo que generaba ampollas, o en tinas con agua caliente cuya temperatura se iba aumentando poco a poco, o haciendo que una mujer “caliente” al hombre mediante el sexo.

2. Experimentos genéticos

La raza aria (cabello rubio, ojos azules, superhombres de una única raza en todo el mundo) era el objetivo de los nazis. Quienes no cumplieran esas características debían ser exterminados. Se hicieron leyes de matrimonio para investigar las razas y ver si eran puras.

En los campos de concentración se llevaron a cabo gran cantidad de experimentos genéticos para perfeccionar la raza y entender los defectos. Entre los más conocidos fueron los experimentos de Josef Mengele, conocido como ‘El ángel de la muerte’, realizado con gitanos y mellizos. Mengele seleccionaba a sus ‘especímenes’ apenas bajaban del tren en el campo de Auschwitz. En el caso de los gemelos, este los estudiaba por varios días, y cuando todas las pruebas habían sido tomadas, se les mataba con una inyección de cloroformo en el corazón.

Otras pruebas espeluznantes

En los salvajes campos de concentración también se llevaban a cabo otro tipo de pruebas con extrema violencia: interrogaciones con tortura, inyecciones con virus de enfermedades, esterilización, y experimentación de nuevas cirugías. El doctor Kurt Heissmeyer, por ejemplo, inyectó la bacteria que causa la tuberculosis a prisioneros del campo de Neungamme. También se les expuso al gas fosgeno para encontrar un antídoto, ya que este había sido utilizado como arma biológica en la guerra.

En otros casos, se mutilaba a un preso para trasplantar sus extremidades en otro. La idea era saber si se podían trasplantar extremidades, pero se hizo de forma tan cruel que muchas personas murieron, otras quedaron mutiladas, y el experimento no llegó a ninguna buena conclusión.

Por su parte, Hans Eppinger, buscaba una forma de hacer el agua de mar bebible, así que privó de comida y agua fresca a varios gitanos, y se les obligó a beber solo agua de mar, por lo que muchos desarrollaron graves enfermedades.

El envenenamiento por inyecciones o en la comida era común en los campos de concentración; así como también la inseminación artificial de las mujeres, de las que se burlaban diciendo que habían inyectado en ellas esperma de animales para crear un monstruo.

Crucemos los dedos para que esto no se vuelva a repetir en contra de ningún ser vivo.