Nos referimos a la infame maldición de Tippecanoe – que también es conocida como la maldición de Tecumseh -, que persiguió a los presidentes de los EE.UU. desde 1840 hasta 1960. Según cuenta esta leyenda, una maldición causó que todos los presidentes americanos elegidos en un año finalizado en cero, morirían durante su mandato. Y aunque suene a cuento de fogata, la historia registra estas fatales coincidencias.

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Todo comenzó con William Henry Harrison, que también parece ser el causante de que la maldición recaiga sobre los mandatarios, ya que se dice que quien derramó este infortunio sobre ellos fue un chamán indio cuya tribu fue derrotada por Harrison en la batalla de Tippecanoe en 1811. Este, quien fuera elegido presidente en 1840, en su toma de mando al año siguiente, se propuso efectuar su discurso de toma de posesión al aire libre sin abrigo, a pesar de ser un día tremendamente frío y lluvioso. Le llevó casi 2 horas pronunciar el discurso inaugural más largo de la historia de la presidencia de EEUU. Un mes más tarde, el 4 de abril, fallecía después de una neumonía. También es considerado el presidente con el mandato más corto.

Pero nadie sospechaba de lo que esta muerte significaría: una de las coincidencias más fatales para los hombres de estado, o una verdadera maldición que se llevaría a la tumba a Abraham Lincoln (elegido en 1860), James Garfield (elegido en 1880), William McKinley (elegido en 1900), Warren Harding (elegido en 1920), Franklin Roosevelt (elegido en 1940) y John Kennedy (elegido en 1960) mientras eran presidentes. ¿Notaron alguna coincidencia?

Pues los presidentes muertos fueron elegidos cada 20 años, por lo que también se conoce a esta maldición, como la maldición de los 20 años. Así que ‘la maldición’ hasta ese momento no fallaba, pero todo tiene su final. Esta maldición dejó de cumplirse con Ronald Reagan, que fue elegido en 1980 y que estuvo dos mandatos como presidente sin morir en este periodo, pero casi.