Corrían los días finales de agosto de 1883. Ed Sampson, era redactor jefe del Boston Globe, un periódico estadounidense en Massachusetts, quien en su horario nocturno, había tomado unos tragos de más hasta quedar dormido junto a su máquina de escribir. Durante su viaje onírico, vislumbró que una isla tropical, de nombre Pralape, era devastada por la erupción de un volcán, y que dicha catástrofe provocaría la muerte de más de 35 mil personas.

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Sampson se levantó sobresaltado y sudoroso, convencido de que lo que había visto no era un simple sueño, sino una realidad – quizá el alcohol le dio tal determinación o informante que cualquier periodista envidiaría -. Y decidido a contar tal apocalíptica ‘pepa’ se lanzó a publicar la noticia. Y fue un notición que repercutió por todos lados.

Horas más tarde fue despedido cuando se comprobó que la isla de la que hablaba Ed Sampson en su nota ni siquiera existía. Lo que no esperaba nadie en la redacción del periódico es que al día siguiente, el 27 de agosto de 1883, se conociera la noticia de que un volcán había destruido la isla de Krakatoa, acabando con la vida de aproximadamente 36 mil personas, cifra parecida a la que Sampson había soñado.

Lo más extraño aún, fue que días más tarde se supo que la isla de Krakatoa se había llamado Pralape hasta el siglo XVII.