Juntar tres caramelos del mismo color para poder sumar puntos y avanzar en el juego, suena tan simple que no preocuparía a nadie el jugarlo o no. Pero para aquellos que aceptaron la invitación de un ‘amigo del Facebook’ a entrar al mundo de Candy Crush ¿por qué se les hace tan difícil dejar de jugarlo? La comunidad científica busca la respuesta a esta pregunta para tratar de explicar los mecanismos empleados por sus creadores para generar un altísimo nivel de adicción que ha llevado incluso a ocasionar dolores de espalda y brazos entre usuarios que le dedican hasta diez horas diarias.

Los primeros niveles resultan tan extraordinariamente fáciles que permite ganar confianza y avanzar, lo que proporciona un fuerte sentimiento de satisfacción y superación. “Estos logros se perciben como mini recompensas en el cerebro, liberando dopamina y aprovechando el mismo neurocircuito implicado en la adicción, para reforzar las acciones, puesto que la dopamina también desempeña un papel crucial en la regulación del aprendizaje, consolidando comportamientos que se repiten una y otra vez”.

Aunque se crea que los logros son por la pericia del jugador, en verdad el triunfo varía en función de la gama de colores que ha sido proporcionada al azar, por lo que los logros vendrán de forma inesperada. Se pierde más a menudo de lo que se gana y nunca se conoce cuándo aparecerá el próximo triunfo. En lugar de desalentar, esta realidad hace que el juego sea aún más atractivo que cuando se ganaba fácilmente, al mismo estilo de cómo funcionan los tragamonedas, nunca se puede predecir cuándo se va a ganar, pero se gana con la suficiente frecuencia para que el usuario desee continuar.

“La ilusión de control es un elemento crucial en el mantenimiento de la adicción al juego ya que infunde un sentimiento de habilidad o de control. Hay una serie de características en el juego como los denominados “boosters” que hacen creer a los jugadores que están afectando el resultado del juego, pero esto ocurre en casos contados”, explica Steve Sherman, estudiante de psicología de la Universidad de Cambridge que ha investigado el funcionamiento del juego.

Otra característica fundamental del juego que afecta sustancialmente a cómo responde el usuario es el límite de vidas, que impide generar una sensación de cansancio. Después de cinco derrotas, hay que esperar 30 minutos para que se regenere cada vida, lo que provoca que el jugador nunca se sienta saciado y siempre tenga ganas de más, provocando una especie de pequeño síndrome de abstinencia.

Tampoco es casualidad que el juego emplee caramelos y no estrellas u otro tipo de símbolos. Como señala Sharman, los alimentos resultan muy recurrentes en los juegos de azar ya que los liga a la felicidad y el placer que se obtiene al comer. Entonces, ahora pregúntate ¿eres tú quien domina el juego, o el juego te domina a ti?