Mary Roach es una escritora especializada en ciencia popular que ha sorprendido con su libro Bonk, una historia cultural del sexo visto desde la perspectiva de la ciencia. El capítulo que trata sobre la masturbación puede ser algo – o bastante – chocante. En dicho apartado, se explaya sobre los horrores que la sociedad, amparada por la ciencia, ha infringido a los ‘que se amaban solitos’.

William Robinson publicó en 1916 un libro sobre el tratamiento práctico de la masturbación, vista como si se tratase de una enfermedad. Muchos ejemplos provienen de ese libro. Gracias a Pijama Surf, he aquí algunos de ellos, que de solo leerlos ‘duele’:

• El anillo peneano, fue inventado en 1850 y consistía en un anillo de metal con púas que se colocaba en niños y hombres en instituciones mentales y que infringía dolor al miembro viril cuando este se expandía. Lo triste es que el pene tiene varios ciclos de erección inconsciente durante un periodo normal de sueño – como lo tratamos en un artículo anterior -, al igual que la vagina se humedece como parte de su ciclo de limpieza natural nocturno.

• Robinson llegó a aplicar una técnica ‘preventiva’ en niños que competiría con la crueldad de la Inquisición al aplicar cables al rojo vivo en los genitales.

• Para prevenir el despertar sexual prematuro en los niños, Robinson recomienda enfáticamente a los padres “mantener alejados a sus chicos de música sensual y comedias musicales y obscenos actos de vaudeville”, pues “muchos de mis pacientes me dijeron que su primer acto masturbatorio tuvo lugar al ver uno de estos shows musicales”.

• Otro enemigo de la masturbación, el infame doctor Crommelinck, prescribía “memorizar pasajes difíciles de filosofía o historia cuando nos veamos expuestos al deseo de masturbarnos”. Al menos este no era tan sádico.

• La literatura ‘médica’ de principios del siglo XX afirmaba que la masturbación podía provocar los siguientes daños a la salud: impotencia, ceguera, enfermedades cardíacas, locura, estupidez y “pústulas supurantes en el rostro”.

• Crommelinck recomendaba a los hombres evitar tocar sus propios genitales en cualquier momento, incluso al orinar: “Orina rápido, no agites tu pene, aunque ello signifique que algunas gotas de orina caigan dentro de tus pantalones”.

Hoy se postula que la masturbación masculina es saludable, pues si los espermatozoides permanecen más de una semana dentro del cuerpo pueden desarrollar anormalidades como perder la cabeza o desarrollar cabezas extra, lo que reduce su efectividad al momento de la fecundación. El psicólogo Rob Levin incluso especula que la masturbación es una estrategia evolutiva para mantener sana la producción de espermatozoides, así como prevenir anormalidades en ellos.