En el 2015, en la zona del sureste de Texas (), la Patrulla Fronteriza detuvo a más 132.000 personas, unas 400 diarias y más que toda la población de la ciudad de McAllen, la más importante frente al Río Grande.

Uno de los periplos más peligroso para los migrantes son los cien kilómetros tierra adentro, donde los traficantes de personas los abandonan a su suerte antes de llegar al control de Falfurrias, uno de los más de 30 controles tierra adentro de la Patrulla Fronteriza.

Este control, que muestra orgulloso a su entrada el número de indocumentados y libras de drogas capturadas en lo que va de año, intenta cortar el paso de vehículos con inmigrantes indocumentados en su camino hacia Houston.

“Los contrabandistas los bajan de los coches antes de llegar a Falfurrias y les dicen que caminen por el campo y que en dos o tres horas estarán en Houston”, afirma el agente, quien recuerda que para llegar a esa ciudad hay que emplear más horas en automóvil.

Esta segunda frontera y lo inhóspito del terreno han convertido los alrededores del Falfurrias en un campo de muerte del que se desconocen sus auténticas dimensiones, y que en 2014 llegó a ser la tumba de, al menos, 61 personas.

El cementerio de Falfurrias esconde bajo la tierra la muestra del descarnado juego de despistar a la Patrulla Fronteriza para comenzar una nueva vida en Estados Unidos, en la que la virtud de pasar desapercibido será esencial. (Fuente: EFE)

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